La caída: Los últimos días de Mussolini

domingo, 26 de abril de 2009



Buenas noches, hoy les traigo un artículo muy interesante que rescaté de la revista Viva del día de la fecha. El artículo es del señor Felipe Pigna, un gran historiador. La foto que encabeza el post es, si señor, el Benito Mussolini y su mujer Clara Petacci, el día siguiente a su ejecución.

EL ARTÍCULO DEL SEÑOR PIGNA:

El 28 de Abril de 1945 comenzaba a terminar aquella terrible pesadilla que pasó a la historia como la Segunda Guerra Mundial. Ese día de primavera en Italia, más precisamente en el poblado de Dongo, a las 16:10, caía bajo las balas de la a parti de entonces célebre brigada partisana comunista 52 Garibaldi a cargo de Walter Audisto (O el coronel Valerio) el hombre que había manejado a su antojo los destinos de Italia por veintitrés años. Su nombre, Benito, remitía a las simpatías anarquistas de su padre, admirador del revolucionario mexicano Benito Juárez. Su ,adre. Rosa, vivía preocupada porque su pequeño no hablaba y no paró hasta consultar a un médico que le certificó que el pequeño no era mudo, como comprobarían más tarde millones de italianos.
Quizás aquella tarde de fines de abril Mussolini pudo recordar sus orígenes socialistas y su férrea oposición a la Primera Guerra Mundial y al militarismo en general y su viraje hacia la derecha en aquel contexto tan particular de aquella Italia de posguerra, una nación vencedora pero débil, notablemente perjudicada por los acuerdos de Versalles. La revolución rusa de fines de 1917 había asustado a los dueños de toda Europa y envalentonado a los trabajadores organizados del mundo. En Italia se sucedieron las tomas de fábricas y campos por obreros y campesinos dirigidos por partidos que habían crecido notablemente: El socialista y el comunista. Frente a este panorama la patronal encontraría su hombre en Benito Mussolini, quien con sus Fasci di Combatimento prometía "orden, disciplina y limpieza de los elementos subversivos".
Mussolini irrumpió en la política italiana el 22 de mayo de 1922, cuando encabezó la marcha sobre Roma que impresionó profundamente al rey Víctor Manuel III, quien le pidió que formara un gobierno "de orden". El ensayo político de Mussolini, que pasaría a la historia como "fascismo", partía de un concepto corporativo de la sociedad, negando la democracia "del número", reemplazando al sistema representativo por uno parlamentario compuesto por representantes de las corporaciones empresariales, sindicales y sociales bajo el liderazgo absoluto del Duce, quien fue imponiendo paulatinamente un régimen autoritario basado en la concepción de que el Estado fascista concretaba la voluntad de la nación italiana. Para él, los enemigos del fascismo lo eran de toda la tradición histórica italiana desde los días de la Roma Imperial.



Se lanzó una implacable persecución contra todo tipo de oposición, fue prohibida toda actividad política que no avalara al régimen y reinó una rígida censura de la prensa. Los sueños expansionistas de Mussolini lo llevaron a ocupar Etiopía en 1935, a enviar tropas en apoyo del general Francisco Franco y casi naturalmente en 1936 a la alianza con aquel cabo austríaco al que gustaba llamar "mi mejor alumno". Efectivamente, Hitler había sabido también aprovechar en propio beneficio y el de su naciente e imparable partido el pánico de la gran burguesía alemana y el resentimiento de sectores importantes del pueblo alemán tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y el impacto fulminante de la crisis del capitalismo de 1929, y había adoptado algunos elementos del corpus ideológico fascista, adaptándolos y exacerbando los elementos xenófobos y racistas, transformándolos en un componente central de la doctrina que llamó nacionalsocialismo. Pero los sueños de grandeza del Duce se fueron estrellando contra la realidad. El debilitamiento del Eje a partir de 1943 (Con los aliados desembarcando en Sicilia)llevó al poder económico italiano a retirarle su apoyo. Finalmente, el rey ordenó destituir al Duce el 25 de Julio de 1943.
Mussolini fue detenido y confinado en el norte de Italia pero pudo ser rescatado por un comando alemán y Hitler lo alentó a fundar y dirigir su República Social Italiana con sede en Saló, en las orillas del lago Garda. La República de Saló no fue más que un sueño fascista que caería por su propio peso y bajo de las bombas de los aliados y de los partisanos. Rodeado y sin salida, escribía Mussolini el 20 de abril de 1945: "Para mí, todo ha terminado. El pueblo italiano resurgirá, pero la convalescencia será larga y triste. Yo soy un gran médico que no ha sabido curar al enfermo".
Días más tarde intentaba escapar a Suiza disfrazado de soldado alemán, pero fue interceptado y fusilado. Aquel pueblo convalesciente lo colgó de los pies en una estacion de servicio en la Plaza de Loreto, donde un año antes los fascistas habían fusilado a quince guerrilleros comunistas. Dos días después el mejor alumno aprendía la última lección de su maestro y se descerrajaba un tiro en su búnker de Berlín. Así terminaban sus días dos hombres que tanto dolor habían causado, aquellos "grandes médicos" que terminaron tomando apenas una ínfima dosis de su propia medicina.

1 comentarios:

Axl 26 de abril de 2009, 23:11  

Muy interesante articulo, yo hace mucho que no subo nada... Veremos que se me ocurre en la semana :P

Repito, muy bueno!

Hasta Luego!

  © Free Blogger Templates Columnus by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP  

Arriba...Abajo...